Desde que era un crío me han gustado las Scrambler. Ahora la mayoría ya salen así de fábrica, pero originalmente eran motos de carretera mejoradas por sus propios dueños para poder ir por el monte.

En España la gente modificaba las Impala o Mercurio hasta que las marcas empezaron a sacar modelos más camperos como las Bultaco Matador, Lobito, o Montadero, Montesa con sus Rápita o King Scorpion, Ossa con la Desert… una época dorada de las marcas españolas que desgraciadamente no se repetirá.

Y resulta que unas navidades me llevé la sorpresa de mi vida cuando mis padres me regalaron -sin que yo se lo pidiera- mi primera moto, una Ducati Mototrans MT 50. ¡Una Scrambler!

Mi primera moto. Que fea era!!

Cosas de la vida, nunca más tuve una Scrambler. Mi deriva offroad ha hecho que aun gustándome mucho estéticamente sean poco adecuadas al tipo de uso que le doy a mis motos. De todas formas, el gusanillo siempre ha estado ahí, ese estilo retro, simple y espartano me encanta, y de ellas encuentro especialmente bonita la Ducati Desert Sled.

En el col de Banyuls

Cuando estuve probando la Multistrada V4 se lo comenté a Pablo Silván, director de marketing de Ducati España. Pablo tiene buena memoria y en cuanto ha podido me ha dejado una para poder probarla a fondo.

Ducati ha apostado fuerte por el segmento Scrambler, tanto es así que han creado una línea prácticamente separada del resto de sus motos, con 5 modelos, ropa, accesorios… todo muy fresco y desenfadado, rollo Scrambler a tope y con impecable diseño italiano, que de eso saben un rato.

Todas ellas comparten la mayoría de elementos técnicos con ligeros cambios que las hacen diferentes. El motor Desmo bicilíndrico en V cubica 803cc y da 73cv y 66,2Nm de par. Va refrigerado por aire. El bastidor es un multitubular tipo Trellis de acero, pero si queréis entrar en detalle lo mejor es que visitéis la web específica de Scrambler Ducati: https://scramblerducati.com/es/

Pero la que realmente me interesaba probar era la Desert Sled que es la más campera de todas.

Las principales diferencias con sus hermanas son las suspensiones Kayaba de 200mm de recorrido. La delantera es de 46mm de diámetro y completamente regulable. El amortiguador trasero es regulable en precarga y extensión.

Amortiguador Kayaba sin bieletas

Otros aspectos diferenciales con el resto de la gama son el bastidor específico reforzado para aguantar el uso offroad más intenso, guardabarros delantero alto, cubrecarter, manillar alto con travesaño de refuerzo y rejilla protectora del faro. A nivel electrónico el modo offroad permite desactivar el ABS.

El depósito de gasolina tiene una capacidad de 13,5 litros, pesa 193kgs en seco (209 llena) y el asiento está a 860mm del suelo. Las llantas de radios son de 19” la delantera y de 17” la trasera… ¡Y tiene una decoración preciosa!!

¡Cómo me gustan estos colectores!!

La primera impresión en parado es la de una moto pequeña y compacta. Comparada con mi 790 intimida mucho menos y llego al suelo mejor. El hecho de no tener pantalla también influye en esa impresión “amigable” de la moto.

Una vez sentado, el largo depósito hace que el ancho manillar se note lejos, lo que una vez en marcha da bastante espacio para moverse sobre ella. Los acabados son de “moto buena” con muchos detalles como las partes pulidas del motor, la cuidada gráfica del depósito o el bonito cuadro de mandos esférico donde se concentran todas las indicaciones de la moto. Los espectaculares colectores de escape y las llantas doradas le acaban de dar ese toque “neoretro” que atraerá todas las miradas allí donde vayas.

Muy bonito el piloto led trasero. También los intermitentes son de led

Al ponerla en marcha el escape emite un grave sonido de moto grande, pero nada estruendoso. El embrague hidráulico es suave y progresivo y las marchas se engranan sin esfuerzo. Todo en orden.

Las carreteras que tengo alrededor de mi casa son las que más le gustan a esta moto, curvas y curvas sin parar, de todos tipos: lentas, rápidas, con asfalto bueno y malo. Da igual, la Desert Sled está hecha para gozar en este tipo de carreteras. Es súper ágil y transmite confianza desde el primer metro, la diversión está asegurada y en buenas manos debe ser muy difícil seguirla gracias a los bajos que ayudan a salir con brío desde muy pocas vueltas y los aprovechables 73 CV de un motor delicioso. Además frena muy bien. En estas carreteras, donde no hace falta protección aerodinámica, me ha gustado mucho la sensación de libertad que da no llevar pantalla, una vuelta a los orígenes de la moto y el aire en la cara. Pero claro, luego en autovía se encuentra a faltar.

Bueno, hasta aquí lo esperado, tocaba meterla por tierra. Empecé a coger pistas y cuando se empezó a complicar la cosa tuve que parar a aflojar las duras suspensiones, que me gustaron por asfalto pero que en off me transmitían todas las irregularidades. A eso tampoco ayuda la llanta de 19 y los anchos neumáticos. Con las suspensiones taradas más blandas y los neumáticos a 1,8kgs la cosa mejoró mucho.

Hacía tiempo que no iba con esas medidas de ruedas y necesité algo de adaptación, pero al cabo de poco rato ya fui cogiendo confianza. También tuve que adelantar algo el manillar que así quedó más alto y cómodo para ir de pie. Lo que no conseguí poner a mi gusto fue el pedal de freno que aún en su posición más alta me quedaba demasiado bajo.

Con todo en su sitio me fui animando, el chasis es muy noble y el motor tiene la potencia justa para empujar con fuerza, pero con bajos y suavidad, lo que hace innecesarias las ayudas electrónicas. Da tanta confianza que se puede ir más rápido de lo que las suspensiones son capaces de asimilar y empecé a notar algún tope. Paré a endurecerlas un poco y ya no me volvió a pasar, pero a costa de que la moto fuera más incómoda.

Por cierto, hay que acordarse de desactivar el ABS cada vez que se cierra el contacto. Sólo hay que apretar un botón antes de ponerse en movimiento, pero no deja de ser un poco incordio.

Iba sólo y no me atreví a meterme por trialeras complicadas, pero sí por alguna subida muy empinada y rota que superé sin esfuerzo gracias a la agilidad y buena tracción de la Desert Sled. Por cierto, los Pirelli Scorpion STR me gustaron bastante, muy bien por asfalto y bien en off aunque por suerte el terreno estaba seco, supongo que con barro deben ser más delicados.

Tras un precioso recorrido que combinaba montaña y mar me fui a comer a Banyuls-sur-mer, un bonito pueblo costero del sur de Francia. Estaba repleto de motos y mi Scrambler se veía diminuta entre las grandes trail, sin embargo, era muy divertido comprobar que la mayoría de miradas iban hacia esa pequeña seductora. Y es que en el terraceo no tiene rival 😉

La reina del terraceo

En definitiva, una moto ideal para trayectos de fin de semana, especialmente si son por carreteras de curvas, donde es divertidísima. Los habrá que serán capaces de hacer largos viajes, la moto lo permite, pero creo que no es lo suyo a menos que se le pueda poner una cúpula que proteja del aire. También la veo muy buena para ciudad, donde se mueve con soltura, aunque allí puede ser más lógica alguna de sus hermanas más bajitas, que sin embargo no tendrán la capacidad offroad de la Desert Sled.

Respecto al offroad. Me ha sorprendido positivamente. El límite lo ponen las suspensiones, no soy ningún experto en reglajes y por tanto me gustaría llevarlas a algún profesional a ver si se les puede sacar más partido. Aun así, creo que serán suficientes para la gran mayoría de sus propietarios que se meterán por pistas y caminos sin grandes complicaciones.

La Desert Sled es esa moto que me gustaría tener en el garaje, aunque sólo fuera para sentarme ante ella y admirarla. Y de hecho lo estoy haciendo. El problema es que también me estoy imaginando que modificaciones servirían para dejarla tal como me gustaría, creo que no sería complicado hacerla algo más campera sin que perdiera sus cualidades en asfalto… Muy tentador 😉