Hace ya unas semanas estrenamos la furgo. La ruta fue de dos días por el Priorat, una zona conocida por sus grandes vinos pero que se conserva muy tranquila y poco explotada turísticamente.

Amanecer en el Priorat

Primera salida, muchas ganas pero nula experiencia… y se notaba. Tardamos mucho en poner en la furgo todo el equipaje: utensilios de cocina, comida, ropa, almohadas, sábanas, edredón… Esa idea idílica de que con la furgo podríamos salir sin tener que hacer equipajes quedará para más adelante. También es cierto de que a partir de ahora ya hay muchas cosas que se quedarán en la furgo y hay que aprender a organizarse para no tener que andar buscando el resto por toda la casa. Hay que mejorar este aspecto.

Una vez todo dentro empezó el viaje. Primero por autovía. Con la Rockton se pueden mantener velocidades elevadas con sensación de seguridad pero no deja de ser una furgo. La posición al volante, el balanceo… al principio encontré a faltar la Navara con su conducción más «de coche». Con el paso de los km me fui encontrando mejor, me gusta la posición elevada, los reposabrazos, los asientos… necesitaré un proceso de adaptación pero creo que me gustará.

Los neumáticos offroad se notan (vibración y ruido) pero no llegan a ser molestos y el balanceo motivado por las suspensiones alargadas solo es acusado en apoyos muy fuertes. Hay que saber lo que se lleva y adaptarse a ello.

Los 150CV del motor 1.9 son suficientes para moverla con soltura. El motor no es muy ruidoso pero es bastante gastón con promedios que rondan los 10 litros. Lo que más encuentro a faltar es el cambio automático de la Navara (¡quién me iba a decir que me acabaría gustando un cambio automático !!) pero el manual de la VW es una delicia, queda muy a mano, tiene recorridos cortos, es suave y preciso.

El equipo de audio es muy correcto, con conectividad al smartphone Android auto y una buena pantalla muy sensible que se convierte en navegador al conectar el teléfono. La doble calefacción es potentísima, el volante multifución es de cuero, también la palanca de cambios y los mandos tienen buen tacto en general. Pero algunos detalles demuestran el origen de furgo para el trabajo: ni las luces ni el limpia son automáticos, el climatizador es manual, los plásticos duros de los revestimientos son duros y no tiene control de crucero que encuentro a faltar en las tiradas largas de autopista. Nada grave pero es que con los años uno se va volviendo pijo 😉

La primera parada fue en el monasterio de Poblet. Una auténtica maravilla que había visitado hace muchísimos años y que volvió a impresionarme. Claire no había estado nunca y le encantó. Muy recomendable.

Poblet

Nuestra idea era ir a comer a Prades, una pequeña población situada en el centro de las montañas que llevan su nombre así que salimos de Poblet y nos metimos por las pequeñas carreteras de montaña que llevan allí. En este tipo de carreteras con muchas curvas cerradas se nota algo más el balanceo de la carrocería pero las suspensiones son lo suficientemente firmes como para que no llegue a ser molesto. Los frenos son potentes y el motor tiene buenos bajos así que se pueden mantener ritmos bastante aceptables. Pero lo cierto es que la furgo invita a ir sosegado y disfrutar de la carretera y el paisaje.

Cuando llegamos a Prades todos los restaurantes estaban llenos. Ahí empezaron las ventajas de ir en furgo: abrimos la nevera, cerveza fresquita, hervimos arroz y nos lo comimos con un chile que había preparado Claire en casa. Y todo ello con unas vistas idílicas que no habríamos tenido en un restaurante.

Tras la comida una pequeña siesta (otra ventaja de la furgo) reiniciamos la ruta pero antes nos paramos un momento en el minúsculo pueblo de Albarca donde parece que se haya detenido el tiempo. Tras un paseo nos dirigimos hacia Siurana.

Albarca
Vistas desde Albarca

Los desfiladeros que rodean Siurana son un paraíso para los escaladores. Al llegar se encuentran montones de campers que usan para pasar sus días allí. Es impresionante verlos escalando esas paredes verticales, la verdad es que cuando pienso que mi hijo mayor hace eso… 🙁

Siurana camuflada en las rocas
Paraíso de los escaladores

El pueblo es pequeño pero muy turístico, demasiado, pero aún así vale la pena visitarlo, es precioso, y en enclave en el que se encuentra situado es una auténtica maravilla.

Increíbles colores otoñales
Siurana

Se iba acercando la noche y había que ir pensando en donde dormir. Buscar un sitio tranquilo, bonito y seguro donde pasar la noche era lo que más nos preocupaba. Por eso había que buscarlo cuando era aún de día. Tiramos del mapa Furgoperfecto donde aparecen sitios recomendados por otros furgoneteros y nos llevó al cementerio de La Morera del Montsant. El sitio nos pareció bien y allí nos quedaríamos. Antes nos fuimos al pueblo a pasear y comprar un buen vino para la cena.

Tras ver anochecer con el Montsant de fondo, cenar y leer un rato tocaba irse a dormir.

En la furgo hay dos camas. La inferior se consigue desplegando la banqueta trasera. Los muebles reducen algo la anchura pero aún así es lo suficientemente amplia y cómoda para dos personas. La superior, que se consigue al desplegar el techo, es más amplia aún ya que no tiene los muebles así que decidimos probarla.

Cuando aún no nos habíamos dormido apareció el camión de la basura, y es que el «furgoperfecto» no era del todo perfecto al tener cerca unos contenedores de basura. El ruido duró poco rato y pudimos dormirnos pero a media noche nos despertó una fuerte tormenta. El viento movía toda la furgo y la lluvia hacía un ruido horroroso en las paredes de lona del techo desplegado, la verdad es que daba la impresión de que en cualquier momento el techo podía salir volando.

Decidimos bajar a «la planta baja». Abrimos el asiento (es fácil) bajamos el techo (con el viento y la lluvia eso nos costó un poco más) y continuamos durmiendo ya más tranquilos. La verdad es que calientes bajo el edredón el espacio es muy acogedor y confortable.

Me desperté temprano. Aún era de noche y fuera de la cama hacía algo de frío por lo que puse la calefacción estacionaria. Enseguida se caldeó el ambiente, justo cuando los primeros rayos de luz anaranjada empezaban a iluminar las rocas del Montsant. Espectacular. Claire se quejó cuando la desperté pero al ver el paisaje se le pasó el enfado: valía la pena.

El Montsant con los primeros rayos de sol
Al fondo la Morera del Montsant

Es indudable que la furgo tiene incomodidades, no es todo tan idílico como se ve en las fotos pero poderte despertar y desayunar con vistas como estas lo compensa todo.

Ya en marcha nos metimos por algunas pistas fáciles para probar la Rockton fuera de carretera. No es un todo terreno puro pero diría que se puede defender dignamente si las cosas no se complican demasiado. La suspensión trabaja muy bien, las ruedas dan buen grip, si hace falta se puede bloquear el diferencial, tiene una buena distancia al suelo y marchas cortas… habrá que ir viendo hasta donde se puede llegar pero tiene buena pinta. Lo que sí se nota con los baches son algunos ruidos de los muebles que habrán que ajustar y sobre todo tenemos que aprender a fijar los utensilios de cocina para que no se muevan. Hay que ir puliendo detalles.

Probando la Rockton en offroad
Precioso Priorat

Luego visitamos el bonito pueblo de Scala Dei y su espectacular Cartoixa (Cartuja), absolutamente recomendable la visita y dar un paseo por los alrededores, hay rutas de senderismo muy bonitas.

Scala Dei
La Cartoixa de Scala Dei
El Montsant omnipresente

Eso nos abrió el apetito, encontramos un buen sitio para parar y comimos frente al pueblo de Poboleda.

Poboleda

Desde allí cogimos la pequeña carretera TV-7092 que sube hacia las montañas de Prades. Típica carreterita de montaña estrecha y con curvas de las que me gustan. Además las vistas del mar desde lo más alto alto son espectaculares.

El mar en Tarragona al fondo

Nuestra última parada fue en La Mussara. Situado en lo alto de la montaña y con unas vistas privilegiadas, este pueblo hace años que está abandonado lo que le da al lugar un aspecto un poco fantasmagórico pero vale la pena la parada.

La Mussara

De allí y cruzando las montañas fuimos descendiendo hacia Montblanc y ya de vuelta a casa.

En resumen: balance muy positivo. La furgo da ese plus de improvisación que buscábamos, no es un Relais Chateaux pero siempre se puede combinar con ellos en salidas de más días. Lo bueno es no tener que estar ceñidos a unas etapas en función de los hoteles que hayas reservado, si encuentras un hotel donde te apetece quedarte lo haces y si no duermes en la furgo… o al revés, si no encuentras un lugar chulo para pasar la noche en la furgo siempre podrás buscar un hotel…

Iremos viendo como van la siguientes salidas y como mejoramos nuestra logística, de momento nos gusta.

Vanlife!