Viernes 18 de mayo: Kotor, costa macedonia, valle de Theth (Albania)

Como de costumbre dedico la primera parte del día a visitar el lugar donde he dormido. En este caso Kotor.

La parte antigua se encuentra fortificada y la muralla que la protege por la parte de la montaña es espectacular. Se puede subir y visitarla, las vistas desde allí deben ser muy bonitas pero quiero llegar a Albania lo antes posible así que decido quedarme en el centro. 

Kotor es preciosa y la han sabido mantener casi intacta sin parezca un mercadillo de souvenirs a pesar de los cruceros que llegan. En cambio la parte nueva de la ciudad es fea y contrasta con lo antiguo. Por suerte la muralla marca claramente donde acaba una y empieza la otra. ¿Que ha pasado con los arquitectos? Salvo honrosas excepciones parece que de repente se olvidaron de construir edificios bonitos.

Voy paseando sin rumbo, calles estrechas, plazas, casas con tejados de piedra… haría fotos de cada rincón. Aún hay poca gente por las calles y es muy agradable. Desayuno en la terraza de un bar, tranquilidad total, me cuesta irme de allí pero hay que moverse. Vuelvo al hotel, hago el equipaje y me despido de mis huéspedes, gente muy simpática y acogedora. 

Centro de Kotor

Puerto de Kotor

La carretera rodea toda la bahía, no le queda otra ya que las montañas casi llegan al agua, y va cruzando por los pueblos que están a la orilla.  Hay un punto donde la bahía se cierra muchísimo y las dos orillas quedan muy cerca, allí un ferry evita que tengas que dar toda la vuelta si quieres cruzar. También hay dos pequeñas islitas artificiales que se pueden visitar. Guardaré un buen recuero de Kotor y su bahía, que sitio más increíble!!

La bahía desde Kotor

Kotor desde la otra orilla

Todos los pueblos ocupan la estrecha franja de terreno desde las montañas hasta el agua.

 

Las dos islas artificiales

Voy hacia Budva, otra de las ciudades famosas de la costa de Montenegro pero allí ya hay mucho tránsito, el calor aprieta y me agobio así que decido saltármela. Albania me llama.

Circulo por carretera E80 que va bordeando la costa y es muy bonita pero también muy transitada y lenta, paso frente a Sveti Stefan un precioso pueblo de pescadores situado en una casi-isla unida a la costa por un paso pero que se ha reconvertido en resort de lujo y no puedes entrar si no estás alojado allí. Una pena.

Sveti Stefan

De la E80 paso a la M2 que sube rápidamente hacia las montañas costeras en dirección al enorme lago Skadar. Se acaba el tráfico y puedo disfrutar de verdad de la moto. Carretera ancha en buen estado, curvas, paisajes… pero tengo que estar muy pendiente de los radares y la policía. De hecho los motoristas no somos bienvenidos en Montenegro. Me pararon varias veces simplemente para fastidiar y revisar papeles, según ellos las motos causan muchos accidentes.

Vistas del mar desde la M2

El lago Skodra y las montañas del norte de Albania desde la M2

Comiendo junto al Skodra

La M2 es preciosa, por un lado la costa y por el otro el lago, mires por donde mires las vistas son espectaculares. Al llegar al Skadar un larguísimo puente te lleva a la otra orilla donde hay un restaurante con la terraza justo encima del lago. Buen sitio para comer algo. Les pido una ensalada con queso que está riquísima y para acabar un cortado, pero algo en nuestra comunicación debe fallar ya que me traen esto 😉 : 

Café y leche

Estoy muy cerca de Albania, ese país que hasta hace bien poco estaba completamente aislado del mundo, tengo mucha curiosidad en visitarlo así que salgo disparado hacia allí. Para evitar entrar de nuevo en Podgorica me meto por pequeñas carreteras que me llevan hasta la frontera por la E762.

Tras revisar rápidamente mi documentación me dejan entrar en Albania. Los vetustos edificios y la basura en las orillas de la carretera me recuerdan a la frontera de Marruecos en Melilla, la primera impresión no es buena y supongo que puede tirar para atrás a más de un turista fino, sin embargo a mí me trae buenos recuerdos, huele a aventura. Sigo unos pocos kilómetros en los que me sorprenden los bajísimos límites de velocidad y varios controles policiales armados con sus detectores láser. Eso ya no me gusta tanto, pensaba que aquí serían más permisivos. Llego a Koplik donde cambio euros a lek, la moneda albana, de allí sale la SH21 hacia Theth y no creo que encuentre otro sitio donde hacerlo.

Por fin enfilo hacia Theth, ese valle perdido en las montañas del norte. En algunos sitios las llaman malditas, en otros encantadas, me quedo con el segundo nombre que les encaja mucho mejor. Todo el camino hasta llegar al recóndito valle es espectacular.

Pensaba que esto era el valle de Theth pero no lo es. Más adelante se acababa la carretera

Llego a un punto en el que creo que la carretera se acaba allí. Las montañas crean un circo que parece inexpugnable y hay una aldea pero el asfalto continúa, empiezan los tornantis y sube de golpe. En la parte más alta aún queda mucha nieve a los lados y los guarda raíles están completamente destrozados por las avalanchas. En lo alto del puerto se acaba el asfalto, no me lo esperaba. Miro el GPS y compruebo que tengo que seguir la pista que sale de allí, me marca que quedan unos 15km. ¡Bien, eso si que es un final feliz!.

Paro un momento a disfrutar de las vistas a ambos lados del puerto. Que belleza. Paisaje de alta montaña con cimas nevadas, verdes valles al fondo… y silencio total.

Fin del asfalto en lo alto del puerto

Vista desde el puerto a la vertiente de acceso

Vistas increíbles

Se me va haciendo tarde, no tengo hotel donde dormir ni sé si en Theth encontraré algo así que mejor no apurar demasiado por si tengo que volver por donde he venido. La pista de bajada no es complicada pero aún quedan partes con algo de nieve y bastante barro que con los neumáticos de asfalto me da bastante yuyu pero poco a poco le voy cogiendo confianza y al final llevo un buen ritmo. Incluso con estas ruedas y cargada la Multistrada se comporta increíblemente bien en off road. El modo enduro con el ABS actuando solo en la rueda delantera ayuda muchísimo

La pista de bajada

El maquillaje del barro le sienta muy bien a Bellissima

Este sí es el valle de Theth

De repente me encuentro con dos camiones de cara. Transportan madera. Me pego todo lo que puedo al margen del camino pero es muy estrecho y pasan justísimos. Estoy tentado en sacar una de las maletas pero no me dan tiempo. El primero pasa con cuidado pero el segundo no está de historias y no me pega en la maleta porqué tiro la moto hacia el margen, pasa por menos de un dedo… Le digo de todo pero ni se inmuta.

Sigo hacia abajo hasta que me encuentro a un alemán (hay alemanes por todos lados!!) parado con su furgoneta VW. Ha tenido pinchazo y lo está reparando. Me dispongo a ayudarle cuando en dirección contraria llega el coche de un joven albano. Casi no nos deja hacer nada, se saca la camiseta y se pone manos a la obra, un crack. El alemán nos dice que nunca había tenido un pinchazo y se nota, tiene que buscar por toda la furgo para encontrar las herramientas. 

La VW ocupando todo el camino

Ya con la rueda arreglada le acompaño hacia el valle. Las ruedas tuneadas de perfil bajo que lleva no son las más adecuadas para ese pedregoso camino, me temo que volverá a pinchar y se quedará tirado. Si es así y voy con él al menos puedo ir hasta el valle a buscar ayuda. Los últimos kilómetros los hacemos lentísimos para evitar otro pinchazo y llegamos a la casa de la amiga que tiene en el valle cuando ya empieza a anochecer. Tengo que encontrar donde dormir si o si pero no va a ser problema ya que me invitan a quedarme allí. La recompensa del buen samaritano 😉

La cena es riquísima y muy amena. Su amiga nos cuenta la vida en el valle. Ella es de las que no se quedan en invierno pero su infancia la pasó allí. Los inviernos eran muy largos, duros y aislados ya que los accesos quedan cortados por la nieve. Cuando le pregunté que hacían cuando no podían salir de casa la respuesta fue muy clara: dormir 😉 . ¡Y quien me cuenta todo esto no es una abuelita, dudo que llegue a los 40 años!!.

La pista por la que llegué y que es el acceso principal la abrieron de la nieve hace solo dos semanas (bien entrado mayo). En todo el valle únicamente quedan 20 familias que viven allí todo el año, el resto sólo van cuando llega el buen tiempo y se abre la carretera. La única forma que tienen muchos para llegar a Shkodër, la ciudad más cercana, es ir en una de las furgonetas Mercedes Sprinter reconvertidas en mini buses que recorren los 76km en unas 4 o 5 horas. Y por lo que me cuentan, Theth no es de los lugares más aislados de Albania, a algunos sitios sólo se llega por medios fluviales y andando horas. Y eso en Europa, increíble.

Me acomodan en la buhardilla de la casa, casi disculpándose por lo rudimentario de la habitación. Me tengo que poner un motón de mantas para no tener frío pero difícilmente podía esperar una mejor noche, me ha encantado poder hablar con gente que vive allí y te pueden explicar lo que han sido todos esos años de aislamiento del mundo.

La noche es clara, una gran luna ilumina el valle y desde mi ventana puedo ver las imponentes siluetas de las montañas que nos rodean. El silencio es absoluto. Fantástico!.

La casa de mis anfitriones