El verano me ha dejado muy perezoso escribiendo en el blog así que el resumen de la Artic Pirineos en la que estuve en junio se ha hecho esperar pero en fin, más vale tarde…

Tras el éxito de la primera edición volvía la Artic en Bielsa aún con más fuerza.

Si en la primera edición el organizador, Emilio Serrano y su equipo consiguieron reunir a 307 motos, esta vez llegó a 390 y un total de 450 inscritos teniendo que cerrar inscripciones con mucho tiempo de antelación.

La filosofía se ha mantenido invariable, Artic es un encuentro tranquilo, donde muchos vienen a disfrutarlo incluso en pareja. De nuevo habían dos posibilidades de participación: Road, 100% asfalto por las bonitas carreteras del entorno o Trail que combinaba asfalto y tierra y es donde me inscribí yo. A Road se inscribieron 220 motos y 170 a trail.

Aquí un vídeo resumen:

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La inscripción incluye un completo kit de chuches varias (linterna, buff, camiseta, brújula…) unos pasaportes de ruta que te van sellando a medida que vas completando el recorrido y las pruebas y la participación en un sorteo de muchos productos que ofrecen los patrocinadores. También un descuento para el almuerzo del sábado en diferentes restaurantes de la zona.

Este año yo tenía el aliciente añadido de poder re-estrenar la 990 tras las modificaciones que le he ido haciendo y probarla en un viaje realmente trail con una buena dosis de asfalto. Fue una buena manera de compararla con la Ducati Multistrada Enduro con la que fui el año pasado… pero de eso ya hablé en este post.

Tras hacerme los 330km que me separan de Bielsa por la vía más rápida (y aburrida) llegué sobre las 19h al punto de encuentro: el hotel Bielsa. Allí ya había un motón de motos y ambiente a tope y me esperaba mi buen amigo Jou, un transibérico con el que hemos compartido miles de kilómetros. 

En el momento de hacer la inscripción ya se notó la experiencia de la organización. A pesar de que eramos más que el año anterior la cola fue muy breve y enseguida tenía mi kit. El rato siguiente hasta la hora de cenar nos lo pasamos charlando con los muchos amigos y conocidos que había por allí o visitando las carpas de los patrocinadores. Y es que esta parte «social» es lo que más valoro de este tipo de encuentros.

Como que los equipos han de ser de tres, al día siguiente la organización nos completó con Mario, un italo-granadino que tiene la distribución de Yamaha en Granada. Un tío encantador con el que enseguida hicimos buenas migas. Así que el equipo quedó con Jou y su África 1000, Mario con una Super Ténéré 1200 y yo con la 990. Variedad de marcas.

En la Artic no hay tracks. Al salir te dan un papel en el que ves el recorrido que hay que hacer y las pruebas de cada tramo. Al acabar un tramo te dan el papel con el siguiente y así hasta acabar los 4 recorridos. Para evitar colapsos la organización varía los tramos por grupos y así va repartiendo a los participantes, la verdad es que el sistema funciona ya que nunca da la impresión de masificación.

Nuestro primer recorrido repetía uno del año anterior. Salimos hacia el norte en dirección a Chisagüés. El recorrido es maravilloso pero no nos podíamos despistar ya que en una de las cascadas que cruzábamos (no sabíamos cual) teníamos que buscar una baliza con el color de una pulsera que nos habían dado. Una vez localizada había que ir caminando a ver que es lo que ponía. Más adelante había un control donde había que decir lo que ponía la baliza. Todo eso, y completar el recorrido da puntos y es lo que determina el equipo campeón que tiene importantes regalos.

Cada participante lleva un brazalete con un color y tiene que buscar las balizas que lleven ese color. En mi caso era el verde.

Mario (izquierda) y Jou (derecha)

Es divertido pero la verdad es que cuando voy en moto, y más si los paisajes son tan espectaculares, me cuesta mucho concentrarme en otras cosas, así que por suerte mis compañeros se encargaban de rebajarme el gas y seguir las pruebas. Por cierto, Jou y yo seguimos conectados con los intercomunicadores Cardo Packtalk que estrenamos en Marruecos y que tan buen resultado nos están dando. Aquí también nos fueron muy útiles.

A mitad del recorrido tuvimos que entrar en una cueva a buscar a Alfredo, un pobre esqueleto que ya participó en la anterior edición. La verdad es que este año lo habían metido bien dentro de la cueva y tuvimos que hacer espeleología. Más arriba la pista empeoraba bastante por lo que algunos participantes tuvieron algún trabajo para llegar al final donde una lengua de nieve cruzaba el camino. Allí estaba la bandera de la cumbre donde acababa ese recorrido. Me pareció que se podría cruzar la nieve para continuar pista arriba pero tras la primera corteza dura el resto era muy blando y allí quedé clavado. Por suerte mis compañeros de equipo acudieron en mi rescate.

Buscando a Alfredo

Clavado en la nieve

El dream team en la cumbre

La siguiente ruta iba hacia Serveto y Gistaín. Las pruebas consistían en conseguir una foto con un jabalí que resultó ser una estatua que hay en un mirador, una prueba de orientación a pie en Gistaín donde sudamos la gota gorda subiendo y bajando por las empinadas calles del pueblo, buscar una baliza en una cascada que también pusieron bien alta y escondida (cabr…) y construir un hacha con lo que tuviéramos a mano. Además luego tendríamos de demostrar que funcionaba. Esta vez el recorrido era nuevo y transcurría por unas pistas preciosas.

Mi hacha me acompaño hasta casa

Mario con su preciosa y nueva Yamaha Super Tenere

La tercera ruta también era inédita. El objetivo era llegar al refugio de Marradetas pero además buscar unos números que estaban en un mirador. Resulta que ese mirador estaba en una pista muy divertida donde me dio un calentón de esos en los que no estoy para banderitas ni miradores: gas y dejémonos de puñetas. Esta vez contagié a mis compañeros que se unieron a la orgía de adrenalina y nos pasamos el mirador por el forro. Nos lo saltamos y por tanto no completamos esa prueba lo que nos hundió en las calificaciones… pero que nos quiten lo bailao 😉

La última volvía a ser conocida, se trataba de llegar a lo más alto de una preciosa pista que pasa por Espierba y sigue paralela por lo alto del valle de Pineta. Las vistas sobre ese valle y las cascadas que caen desde las cumbres aún nevadas que lo rodean son una maravilla. Una vez en lo alto, el bonus extra de puntos era llegar a una bandera situada en una cumbre a la que sólo se llega a pie. Un esfuerzo recompensado por unas vistas impresionantes.

Subiendo a la cumbre

En la cima!

El esfuerzo vale la pena

Objetivo cumplido y con todas las pruebas realizadas menos la del calentón, ya podíamos volver al punto de salida.

Justo cuando ya estábamos llegando empecé a notar algo raro en la moto… pinchazo en la rueda trasera, que rabia!! Al menos había esperado a que lo pudiera reparar en el parque cerrado. Cámara nueva y listo.

Cuando ya había acabado la reparación se hizo la entrega de premios. Sabía que no teníamos opción al habernos saltado una prueba así que me alegré de que al menos los ganadores fueran amigos y compañeros de salidas: Miguel Angel Flores (MAF) y Joan Carles Campoabadal (Cuco) que demostraron tener la cabeza más fría y dejarse de calentones 😉 .

Ambientazo!!

Cuco recogiendo su premio

Aún quedaba una animada cena hablando de nuestra pasión y el regreso por carretera al día siguiente con Jou y Cuco que me tuvieron que ayudar a cambiar ¡otro pinchazo!!. El recorrido lo hicimos por bonitas carreteras secundarias y esos dos fieras hicieron que me tuviera que emplear a fondo para no quedarme atrás, menudo ritmo llevan!!!.

Cuco y Jou

La ruta de regreso también nos dejó buenas vistas

En resumen otra gran Artic, muy buena organización, ambiente de primera y si un «pero» se tuviera que poner sería la repetición de algún recorrido del año anterior. Pero como Emilio me comentó, conseguir los permisos para una prueba así es realmente difícil. Muchas gracias por el esfuerzo.

Por cierto, en octubre organizan la Artic Gredos, aquí tenéis información del evento.

Cada día me gusta más la 990