Con Nandu Jubany y su KTM rally de entrenos

Fue una prueba corta, en un recorrido poco apropiado para esta moto, con el terreno helado y yo muy acongojado al saber lo que estaba llevando, pero no podía perder la ocasión.

Poder probar una moto que ha dominado con mano de hierro todos los Dakares en que ha participado es una experiencia que hay que aprovechar. Por eso cuando Nandu Jubany, el cocinero volador, me envió un watts por la noche no dudé ni un momento: Jaume, ¿vamos a dar una vuelta mañana? Podrás probar la Rally. Ese «mañana» era el día de Navidad, tenía comida familiar y un esguince en el tobillo que recomendaba reposo… da igual eso no me lo pierdo!! 😀

Normalmente cuando salimos en moto con Nandu solo lo puedo seguir un ratito a cambio de jugarme el físico. Mi esperanza era que en pocos días sale hacia Sudamérica a correr su primer Dakar y sabía que no iba a arriesgar una caída, así que tal vez no lo perdería en la primera curva.

Conozco a Nandu desde hace años. Somos vecinos, compartimos la pasión por las motos y también a nivel profesional, él como cocinero y yo organizando eventos de gastronomía en los que participa siempre que le llamamos. Es un trabajador incansable que a base de mucho esfuerzo ha llegado a tener una gran empresa de restauración con estrella incluida. Ha conseguido el éxito pero currando como un bestia y sin que nadie le haya regalado nada.

También es un endurero de mucho nivel, rapidísimo. Intentó ir al Dakar el año pasado pero tuvo la mala fortuna de romperse la muñeca en unos entrenamientos previos y se le fue todo al traste. Tanta ilusión, tanto dinero y tiempo invertidos para nada… un desastre. Pero es un tipo duro, en ningún momento se dio por vencido. Este año ha entrenado mucho buscando horas donde no las tiene. Estoy convencido de que puede acabar bien si no tiene una desgracia . Lo único que me preocupa de él es que no sabe conservar, siempre va al ataque. Espero que piense mucho y se concentre en disfrutar de esta increíble experiencia. Ayer me dijo que sí, que su objetivo es ese… pero no sé si le creo 😉

La idea era ir a dar una vuelta sin correr riesgos, el problema era que el terreno estaba muy duro y helado. Aún tengo un tobillo fastidiado por culpa de una caída en el hielo hace pocos días así que la verdad es que no tenía nada de confianza encima de la moto.

La Yamaha Wr450f JVO y la KTM 450 rally mano a mano

Solo sentarme encima de la KTM ya noté grandes diferencias con respecto a mi JVO. La KTM se nota mucho más grande, con una cúpula más alta, un asiento durísimo comparado con mi sofá… y un ruido de escape ensordecedor. Una moto de carreras sin concesiones.

Ésta es la moto que Nandu usa para entrenar ya que la «buena» está en camino a Sudamérica así que aún siendo una responsabilidad que te dejen semejante joya al menos sabía que no le iba a fastidiar el Dakar en caso de desgracia.

Moto pata negra de otro, terreno helado, pie fastidiado… los ingredientes ideales para ir pisando huevos. Y eso es lo que hice. Me limité a disfrutar del momento, a no correr el más mínimo riesgo y a intentar notar que se siente sobre una moto así.

Realmente no pude sacar muchas conclusiones ya que, como veréis en el vídeo, el recorrido fue bastante endurero, un terreno nada propicio para este tipo de moto pero que al menos sirvió para que no pudiéramos ir rápido y así evitar sustos.

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Nandu me dijo que cuando vuelva iremos otra vez a probarla y buscaremos un terreno mejor, pero esto es lo que noté a grandes rasgos:

La rally es una moto grande. La impresión es que se queda más cerca de una 690 que de una 450. Aún así es muy manejable a pesar de que gira muy poco. Cuando pasé de nuevo a mi JVO la sentía mucho más pequeña, mucho más endurera.

Parte de esa impresión de moto grande es que la cúpula que protege la obra de arte de fibra de carbono que es la torre de navegación de la KTM es mucho más grande que la de la JVO. Gracias a esto también protege más del aire.

Nandu llevaba la suspensión muy dura  mientras que yo la llevo blanda. Eso me daba aún más la sensación de ir en una moto de carreras. Lo mismo pasa con el durísimo asiento, pobres almorranas en los tramos de enlace!!. Tantos km por carretera se deben hacer interminables.

El tipo de terreno no me permitió exprimir el motor. Esta moto lleva muchas horas encima, aún así se notaba potente y cuando el Akra se pone a bramar (y lo hace bien alto) hay que cogerse fuerte al manillar. Me sorprendió lo mucho que vibra comparada con mi Yamaha.

Comentado todo esto con Nandu me dijo que es así. Todo en esta moto está pensado para ganar el Dakar o rallys de ese estilo. A diferencia de mi moto que no deja de ser una enduro con adaptaciones para rally, el bastidor de la KTM y toda su configuración son específicos para este tipo de carreras. Saca a relucir su potencial a altas velocidades donde el control y la estabilidad son enormes gracias a esa especialización… a ver si un día puedo comprobarlo.

Otra cosa que le ha maravillado a Nandu es la fiabilidad. Lleva hechos un montón de kilómetros sin el más mínimo problema.

Luego volvimos cada uno a su moto. Su comentario fue que mi moto es un sofá. Y realmente lo es comparada con la KTM. Por ese recorrido ratonero en el que rodamos la verdad es que me sentía mucho más a gusto con la pequeña Yamaha, habría que compararlas en pistas rápidas.

Dejé a Nandu deseándole toda la suerte del mundo y preguntándome si me gustaría una moto así para sustituir a mi WR. La verdad es que no lo tengo claro. No sé si esa KTM se podría adaptar al uso más viajero que le doy a mi moto.Además sería como coger un Ferrari, ponerle una baca para las maletas y irse de viaje. Poder se puede pero ¿no sería un sacrilegio?

Mucha suerte Nandu!! Y gracias por dejarme probar esta maravilla.