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Transibérica 2013: Marruecos

Una nueva Transibérica completada. Desde que en 2007 iniciamos esta aventura, nuestra filosofía se mantiene invariable: rutas off road en maxi-trails y sin asistencia.

Después de haber cruzado España en todas las direcciones posibles, Portugal y el año pasado Cerdeña, este año nos decidimos por Marruecos, un país que siempre nos ha atraído y que una vez más no nos ha defraudado.

En esta edición hemos sido cinco los aventureros: Albert Fort, el único que ha estado en todas las Transibéricas; Enric Farré, otro de los veteranos y Joan Casals, David Serrano y Jaume von Arend, tres “novatos” que han estado en las tres últimas ediciones.

Las motos han sido tres BMW R1200 GS Adventure, una KTM 950 Superenduro y una Yamaha XT1200Z Super Ténéré.

Mucha gente nos pregunta porqué nos gusta tanto complicarnos la vida con este tipo de motos tan grandes y pesadas. La verdad es que son fantásticas para hacer cómodamente cientos de kilómetros por pistas y carreteras secundarias, para poder llevar el equipaje… pero reconozcámoslo, más que nada es por llevar la contraria a los que dicen que estas motos no son para eso y por el subidón que nos da conseguir pasar por sitios que parecían imposibles si no se va con una enduro.

La ruta escogida combinaba etapas que ya habíamos hecho con otras inéditas dibujadas sobre plano y que podían depararnos sorpresas. Desde Melilla, donde desembarcamos se dirigía hacia el sur hasta Tata, bordeando la frontera con Argelia y de allí ya rumbo norte por el Atlas. En total 3.100 km en los que encontraríamos de todo: barro, arena, piedras, agua y hasta nieve. En Marruecos no hay un hotel en cada esquina lo que nos obligó a diseñar etapas de más de 300km, esto ha significado pasar muchas horas encima de la moto, pero realmente ha valido la pena.

Dia 1: Melilla – Missour: 514km

En realidad el viaje empezó un día antes en Barcelona donde cargamos las motos en remolques hasta el puerto de Almería. De esta forma evitamos desgastar los neumáticos y el aburrido trayecto en moto por autopista.

Como casi siempre el ferry llega tarde a Melilla, al abrirse la compuerta ya estamos en primera fila para salir disparados hacia la frontera, es cuestión de llegar rápido para hacer la menor cola posible. Aún así, como siempre, empujones broncas y codazos para que te sellen el pasaporte y te den los papeles de entrada de las motos. Caos total… nada nuevo en este sentido.

Curiosamente el tiempo es más bien frío, con una fina lluvia que convierte la suciedad de la carretera en un barro resbaladizo que con los tacos nos obliga a ir con muchísimo cuidado. El caos circulatorio propio del país tampoco ayuda, hay que ir con todos los sentidos alerta. Paramos en un bar de Nador a desayunar, nuestro primer té a la menta y el excelente zumo de naranja típicos de Marruecos nos recuerdan que por fin se inicia nuestra aventura!!

El retraso del ferry, la aduana, la carretera resbaladiza… llevamos mucho retraso acumulado para hacer esta larguísima etapa. El tramo final es un infierno de piedras que ya conocemos y ninguno quiere pasarlo de noche, por tanto hay que recuperar tiempo. Llegan las primeras pistas, los neumáticos nuevos, el cuerpo aún sin cansancio, la excusa de que vamos tarde… todo invita a dar gas. Estas motos son ideales para este tipo de pistas y los kilómetros pasan volando… ¡genial!.

No paramos ni a comer, nos lo pasamos tan bien que no hace falta, unas barritas energéticas y listo. Estamos en el Plateau de Rekam una altiplanicie inmensa, plana, seca… bueno, normalmente seca hasta que llueve, y vaya si ha llovido!!.

De repente el suelo cambia de color, se vuelve oscuro, Enric y Joan con sus GSA van delante y vemos como sus motos empiezan a dar bandazos. Como si lo tuvieran ensayado se van al suelo al mismo tiempo, nos acercamos a ayudarlos y vemos porqué: Una capa de barro de un palmo hace que no nos aguantemos ni de pié, levantar sus motos es muy difícil ya que resbalamos constantemente. A partir de aquí nuestro avance es lentísimo, las ruedas delanteras se bloquean con esa especie de mantequilla marrón resbaladiza y pegajosa. Por suerte al cabo de unos kilómetros que no acaban nunca encontramos suelo seco. No queremos ni pensar en lo que debe ser esto un día de tormenta.

Hemos perdido muchísimo tiempo, llegamos cuando empieza a anochecer a Matarka, un pequeño pueblo en medio de la nada en el que recomponemos algún guardabarros que ha salido tocado por culpa del barro. A partir de aquí empieza el pedregal, se nos hará de noche seguro y con el barro nos hemos desgastado mucho. La decisión es unánime, nos quedan muchos días para disfrutar, no vale la pena arriesgar una caída de noche, así que retrocedemos hasta una carretera que nos llevará a Missour. Llegamos al hotel “Arácnido” de noche cerrada. Este será el peor hotel del viaje, ya podéis imaginar porqué le llamamos así… Al menos la cena es correcta.

Día 2: Missour – Merzouga. 370 Km

El despertador suena a las 7. Con las kilomentradas que nos pegamos hay que salir temprano y no parar a comer, por eso aprovechamos al máximo los desayunos y cenas ya que nuestros almuerzos en los próximos días van a ser barritas energéticas, la poca comida que nos hemos traído de casa y lo que podamos rapiñar de los bufets del desayuno. Vaya manera de hacer vacaciones…

Esta etapa es de las que apetece hacer con la fantástica llegada a Merzouga y las dunas del Erg Chebbi.

El día empieza fresco y nos vamos encontrando de todo, pistas rápidas, piedras en un puerto de montaña, arena… nos sentimos tan bien sobre las motos que empiezan los típicos “piques”, entre nosotros. En algunos de ellos rodamos a más de 130 km/h… hay que calmarse, una caída aquí y a esta velocidad puede ser muy seria, pero es que ¡estas pistas incitan al pecado y nuestras bestias piden guerra!. Realmente este es el hábitat natural de estas fantásticas motos, cómodas, con buena protección aerodinámica incluso conduciendo de pié, los kilómetros pasan sin darnos cuenta.

De repente empiezan algunos bancos de arena, aparecen cuando menos te lo esperas. Aún no le hemos cogido el tranquillo a la arena y ya hay las primeras caídas sin consecuencias. El problema es levantar estas motos de más de 250kgs con equipaje, lo mejor es hacerlo entre varios para evitar el cansancio.

Llegamos a un tramo precioso donde la pista se mete en un pequeño cañón laberíntico, al final para salir hay una fuerte y complicada subida pero llegar arriba tiene recompensa, la vista es increíble, llanuras sin fin. Parece imposible que podamos llegar donde abarca nuestra vista. Paramos a hacer fotos de estos paisajes inmensos, tan diferentes de donde vivimos.

En algunos momentos el GPS señala que estamos en Argelia, realmente pasamos muy cerca de la frontera así que llegamos a un control militar. Los tres de delante pasan sin pararse pero de la barraca de barro sale un militar corriendo que para a los dos de atrás. El enfado que lleva es monumental cuando ve el polvo de los que se le han colado. Nos pide sus nombres y le decimos que no los conocemos… espero que no se fije que vamos todos vestidos iguales con el traje de REV’IT… Su cabreo va en aumento mientras recita todo un repertorio de tacos en magrebí, tira la libreta por el suelo, está fuera de si… Según dice, el rey quiere saber los nombres de todos los que pasan. Parece que nos espera un tribunal militar… pero al final le calmamos y nos deja pasar.  Hasta el siguiente control donde uno de los de adelante atropella (sin consecuencias) al perro de otro militar que también nos pega la bronca del siglo a los de atrás!! Los pobres deben pasar tantas horas allí aburridos que esa debe ser su manera de pasar el tiempo… pero lo que está claro es que no hay que ir detrás de esos tres que la lían a cada momento.

Empieza la arena: oasis, ríos de arena… lo que en nuestros viajes anteriores con las enduros era un divertimento con las vacas y el cansancio del final del día es un suplicio… para algunos más que para otros ya que Enric y Joan vuelan por la arena. Es cuestión de técnica i GAS!!

Ya de noche llegamos al hotel de Merzouga, una ducha, una buena cena y como nuevos, o casi…

 

Día 3: Merzouga – M’Hamid. 310 Km

Desayunamos con las dunas del Erg Chebbi justo delante, el color de la arena al amanecer es precioso. Se escucha el ruido de motores de motos y quads que van hacia allí, ahora si que echamos de menos a nuestras ligeras enduros, ¡cómo nos divertiríamos por allí!. Nos consuela saber que esta etapa es preciosa, con dos puntos míticos: el temible Ramlia con su fes-fes y la preciosa llegada a M’Hamid a través de sus dunas rojizas.

Salimos en dirección a un lago cercano a las dunas de Merzouga donde hay flamencos de color rosa, preciosos. Lástima que el ruido de las motos los alerta y no nos da tiempo de hacerles fotos.

Pasamos rodenado las dunas del Erg Chebbi, que maravilla…En seguida empezamos con pistas muy rápidas. Llegamos a un lago seco enorme que invita a dar gas… el cuenta km llega a 140km/h… estamos locos. De repente empieza a aparecer de nuevo la arena… el temido Ramlia se acerca. El Ramlia es un río de arena rodeado de una zona de pequeñas dunas de arena muy fina y blanda donde se hunde la moto. Además si tienes la mala suerte de que hayan pasado coches y camiones se genera mucho fes-fes, un polvo finísimo que parece talco. No te deja ver nada y se mete por todos lados.

Llegamos a un pequeño pueblo que parece puesto expresamente antes de que empiece la arena, siempre paramos allí para tomar la Coca Cola de rigor antes de empezar el calvario (¿cómo es posible que haya Coca Cola en los lugares más remotos de Marruecos y además fresca?).

Saludamos a un grupo que va con motos de enduro super preparadas y que acaban de cruzar el Ramlia en dirección contraria. Nos miran con cara de compasión, ellos han sudado lo suyo con motos que pesan la mitad que las nuestras y sin equipaje… ¿No pensaréis cruzar con eso? nos dicen… Si, no es la primera vez que lo hacemos, les contestamos… sus caras lo dicen todo… David escucha preocupado, es su primer Ramlia y no le hace ninguna gracia lo que escucha. Al final cruzará como un campeón.

Tras engancharnos todos alguna vez con las consiguientes risas y fotos para que quede constancia,  conseguimos pasar. No creo que hayan muchos sonados que lo hagan con este tipo de motos… otra batallita para recordar tomándonos unas birras…

Lo que más fastidia es ver a los locales y sus Mobylettes volar sobre la arena, parece que se cachondeen de esos pardillos extranjeros que se quedan clavados a la más mínima!! Seguro que bajo el turbante se parten de risa…

Llegamos a Tagounite  y de repente todo es verde, los contrastes son brutales. Un tramo de carretera y llegaremos a las dunas rojizas de M’Hamid, un escenario mágico con la luz del atardecer. No es la primera vez que pasamos por allí pero no por eso dejan de impresionarnos este paisaje y esos colores.

Empieza la arena otra vez pero ya le hemos ido cogiendo el tranquillo, pasamos sin mayores problemas, incluso nos divertimos dando gas a tope en las dunas. El truco es ir con marchas largas a bajas revoluciones, la moto tracciona más. Culo para atrás y gas!!. El cerebro te dice que eso va a acabar mal, pero no hay que hacerle caso… GAS! La moto se menea, da bandazos y tu querrías cortar e incluso frenar … NO! : MAS GAS!! Pueden pasar dos cosas, o pasas o te la pegas, pero no hay alternativa, si no lo haces así te quedas clavado.

Al final llegamos al precioso hotel de M’Hamid, uno de los mejores. Que lástima que no tuviéramos más tiempo para disfrutarlo….

 

Día 4: M’Hamid-Tata. 315 km

Llenamos los depósitos ya que no podremos repostar hasta Tata. En M’Hamid no hay gasolinera, primer repostaje de garrafón.

Mientras llenamos aparece un hombre en 4×4 que nos dice que vamos a sufrir mucho con estas motos. Se ofrece (pagando, claro está) a llevarnos el equipaje y hacernos de asistencia ya que de lo contrario no pasaremos la arena… este tío no sabe con quién está hablando, ¡somos los Transibéricos!. Declinamos su oferta amablemente diciéndole que ya hemos pasado por allí antes y lo hemos conseguido … ¿Era una premonición?.

Entramos en las dunas y empiezan las enganchadas, uno tras otro vamos pillando, conseguimos avanzar pero nos estamos pegando una buena paliza de entrada, los depósitos a tope no ayudan. Jaume y su Super Teneré parece que le han cogido el truco a la arena, su sonrisa de oreja a oreja demuestra que se lo está pasando en grande hasta que no ve la raíz de un árbol que hay enterrada justo antes de subir una duna. En plena aceleración la rueda trasera la toca, desliza y hace que la moto se clave en la duna a bastante velocidad, él sale disparado y la moto cae hacia un lado. No ha pasado nada ya que la arena es blanda. Arranca de nuevo y se reúne con el resto del grupo que se cachondean de su vuelo sin motor… aquí nadie perdona nada!! Antes ha sido David el que ante los ojos alucinados del conductor de un 4×4 ha hecho un supermán con su GSA, Joan ha tunelado una duna y Enric ha hecho un geiser de arena. Mientras Albert con su KTM avanza lento pero seguro gracias a sus casi dos metros y sus piernas inacabables… ¡así cualquiera!

De repente la Yamaha empieza a sacar vapor. En la caída se ha estropeado el ventilador y no refrigera el agua. No hay nada que hacer, hay que buscar ayuda. Por suerte M’Hamid está cerca, hacia allí van Joan y Enric. Al poco rato aparecen en una pick up donde cargamos la Yam. Con cara de circunstancias, Jaume sube a ella mientras el resto continúa la ruta. Parece que el viaje ha acabado para él….

Mala suerte ya que faltaba bien poco para pasar las dunas pero mejor aquí que más adelante donde la pista circula en medio de la nada.

Al cabo de poco empieza un pedregal de los que sacan los empastes hasta llegar al Oasis Sagrado, última parada civilizada antes de cruzar el Erg Chegaga. Nos sorprende ver que el chiringuito está cerrado. Nuestra intención era cruzar las dunas y continuar por el sur del Erg pero con el retraso por culpa de la avería decidimos continuar por la pista del norte que es más rápida. Aún así hay que emplearse a fondo ya que nos quedan muchos kilómetros. Llegamos a una planicie inmensa: el lago Iriki, un lago normalmente seco pero que a veces ha jugado una mala pasada a los que lo han querido cruzar después de las lluvias. Puede ser una trampa de barro muy complicada, la superficie es tan lisa que permite velocidades de vértigo y al no haber referencias rodamos muy rápido sin danos cuenta.

Se hace de noche y tenemos que coger un último tramo de carretera antes de llegar a Tata. Llegamos al precioso hotel, una antigua casa muy bien restaurada. Al salir de las habitaciones para ir a cenar sucede lo que menos nos imaginábamos ¡acaba de llegar Jaume!. ¿Cómo lo ha conseguido?

En la pick up rumbo a M’Hamid, ha llamado al concesionario Yamaha en Vic, Ausió, que ha removido cielo y tierra para hacerle llegar un ventilador. Lo encuentra en Marrakesh pero hay que ir hasta allí y queda muy lejos. Mientras, el conductor de la pick up le ha llevado a un pequeño taller cerca de M’Hamid. Sin ninguna esperanza de solución le pregunta al mecánico que se puede hacer. El hombre desparece y vuelve con un ventilador viejo en la mano. Con una gran sonrisa dice que esto valdrá. Es de un ATV y increíblemente se adapta al soporte de la Yamaha. En menos de una hora están tomando un té de celebración con el mecánico, ¡podrá continuar el viaje!. Esto sólo pasa en Marruecos, aquí hay solución para todo.

Para llegar a Tata tomará una ruta alternativa más larga pero con bastante carretera. Aún así hay muchos tramos de pista llena de piedras. De repente tras varios llantazos en los que podría haber pinchado recuerda que no lleva desmontables de neumáticos. Para no ir tan cargados nos repartimos las herramientas y como que nadie pensó que podría continuar…. A partir de ese momento las piedras parecen hacerse mucho más grandes y afiladas pero por suerte sin mas problemas llega a Tata donde nos reunimos de nuevo. Abrazos, brindis y a cenar.

 

Día 5: Tata – Boumalne Dades. 475 km

Nos levantamos muy temprano. Vale la pena ver el amanecer desde la terraza del hotel. Poco a poco la luz del sol va iluminando el palmeral que se extiende más abajo. Es increíble el cambio que se produce entre la sequedad más absoluta y el verde intenso en el momento en que hay agua, el cauce del río es como una serpiente de color verde que se extiende más allá de donde alcanza nuestra vista. Ya hay gente trabajando en sus huertos cargando pequeños remolques que arrastran con sus Mobylettes que aquí sirven para todo.

La de hoy es la primera de las dos etapas del Atlas que no conocemos. Nuestro temor es que nos han dicho que la mayoría de pistas en la zona que queremos visitar están ya asfaltadas. Lo que es progreso para los marroquíes para nosotros es un desastre. Luego veremos que por suerte nuestro track de asfalto tiene bien poco…

Como cada día a las 8 en punto arrancamos. Salimos de Tata por carretera. El día es precioso, la temperatura ideal…

Por fin se acaba el asfalto y empezamos a subir. Las formas de las montañas son increíbles, pararíamos a cada momento para hacer fotos. De repente nos metemos en el cauce de un río, están construyendo una carretera, posiblemente cuando volvamos por aquí esta pista estará asfaltada pero de momento es preciosa, las paredes verticales que rodean la garganta son impresionantes.

Mas adelante empezamos a encontrar pequeños pueblos metidos en el cañón. Allí donde hay agua hay vida. Nos encontramos con una excavadora en medio de la pista, se aparta para dejarnos pasar pero nos encontramos con un montón de piedras enormes donde está trabajando, aquí no se molestan en dejar alternativas, si te gusta pasas y si no… también!!

Al acabar la zona de obras, tras una curva aparece un enorme palmeral en el cañón formado por el río. Las casas se encaraman por la ladera y la pista pasa justo por en medio del palmeral: estamos en Aguinane, una especie de Shangri-La marroquí, precioso.

Al salir, la pista se encarama por la montaña haciendo unas eses increíbles, la vista desde arriba es impresionante pero nos hace pensar en lo complicado que lo tienen aquí para desplazarse. Pronto tendrán una carretera pero de momento hacen falta varias horas de pistas de montaña para llegar hasta allí.

Al llegar arriba el panorama cambia completamente, pasamos del cañón del río a planicies de alta montaña, inmensas. En invierno debe hacer muchísimo frío, de hecho ha refrescado mucho…nos envuelve una niebla húmeda que no nos deja ver nada y empieza a llover. Por suerte nuestros trajes Defender Gore Tex de Rev’it, nos mantienen secos.

Llegamos a un pequeño pueblo donde acaba la pista. Hace frío y paramos a tomar un te. Enseguida somos el centro de atención. En el bar preguntamos como está la pista hasta Ouarzazate… nos dicen que ya no hay pista, la nieve y el agua se lo han llevado todo, hay que dar un buen rodeo y buscar la carretera… buf.. carretera… los Transibéricos no vamos por carretera… Decidimos continuar hacia arriba a pesar de los consejos. Se miran con cara de no entender nada y nos hacen un gesto con el dedo índice en la sien que es internacional… si, estamos un poco locos!

Tal como nos han dicho, al cabo de poco rato la pista desaparece en el cauce de un río. Vamos avanzando pero la pista está muy mal y nos obliga a ir despacio. El recorrido ha sido tan bonito que nos hemos regalado con paradas frecuentes para hacer fotos y vamos muy tarde, si seguimos a este ritmo se nos puede hacer de noche.

La pista sube sin parar y de repente nos encontramos con lo último que nos faltaba en este viaje: ¡nieve!. Ideal para hacer un poco más dramática la crónica y tener fotos espectaculares pero como siga así y se haga de noche la cosa no será divertida… pasamos un tramo, luego otro… no es que sean muy difíciles pero hay que evitar a toda costa una caída o una rotura a estas horas, no nos gustaría nada hacer esto de noche… además ya se nota el cansancio… como esto siga así vamos a pasarlo mal…

Nos vamos ayudando a pasar por el barro y la nieve que nos encontramos. El paisaje es espectacular, de alta montaña. Llegamos a 2500 metros, que lástima que hay niebla y la visibilidad es escasa. De repente el cielo se abre y vemos las cimas de las montañas, una maravilla.

Casi es de noche y nos falta muchísimo hasta el hotel, por suerte llegamos a la carretera justo a tiempo, nos abrigamos a tope (hace mucho frío) y avisamos al hotel que llegaremos tarde. No hay problema, nos esperan y nos darán de cenar… buena gente.

Llegamos a las 11 de la noche, exhaustos, pero ha valido la pena, probablemente es la etapa más bonita que hemos hecho nunca, el Atlas ha superado nuestras expectativas.

La última sorpresa es la habitación del hotel…. una acogedora cueva.

Día 6: Boumande Dades – Midelt. 310 km.

Nos levantamos sabiendo que esta va a ser nuestra última etapa de verdad. De Midelt a Melilla ya sólo nos espera una aburrida carretera , el ferry hasta Málaga, más carretera hasta Almería, cargar las motos en los remolques y a Barcelona en coche. Por tanto hay que aprovecharla!.

La etapa de hoy vuelve a ser larga, hay que ir ligeros, no nos gustaría perdernos las vistas del Circo de Jaffar, uno de los objetivos de esta etapa.

Salimos de Boumande Dades por carretera asfaltada. Poco a poco nos vamos metiendo en las gargantas del Dades. Las paredes verticales que nos rodean son imponentes. De repente la carretera describe unas eses imposibles y sube de golpe. Al llegar arriba tenemos que parar a hacer fotos, la vista es impresionante.

Seguimos por carretera, pararíamos a cada momento a hacer fotos: por encima el cielo azul sin una sola nube, más abajo el blanco de la nieve en las montañas, a los lados rocas con formas imposibles y debajo el verde intenso mostrando donde hay agua.

Al cabo de unos kilómetros empieza la pista que va subiendo sin parar, la nieve está cada vez más cerca, seguro que hace poco habría sido imposible pasar por aquí. Llegamos hasta los 3000 metros, de nuevo se impone parar a hacer fotos, las vistas son espectaculares.

La pista es rápida e invita a dar gas pero el paisaje es tan bonito que nos contenemos, intentamos memorizar todo lo que vemos, pocas veces se ve algo así. Rodamos por pistas de alta montaña sin ver a nadie, los espacios son inmensos pero por encima nuestro aún hay montañas más altas. En nuestro mundo occidental, civilizado y lleno de reglas, circular en moto por un sitio así ya es imposible.

Hasta ahora las pistas son las ideales para nuestras vacas, realmente son para disfrutar: anchas, rápidas, con algún paso esporádico divertido… con una enduro serían casi aburridas pero con las maxi trail van pasando los kilómetros sin darnos cuenta, sólo hay que disfrutar del placer de la conducción y del paisaje.

Llegamos a Imilchil justo a la hora de comer, hay muchos restaurantes que asan cordero en la calle, el olor es tentador pero sabemos que si paramos a comer seguramente nos perderemos el Circo de Jaffar, así que resistimos la tentación y nos limitamos a poner gasolina, tomar un te y acabar con las pocas provisiones que nos quedan…. luego veremos que habrá valido la pena.

Seguimos la ruta, el paisaje va cambiando y de repente llegamos al famoso bosque de cedros, llama la atención ver estos árboles aquí… Al llegar a un pueblo el track abandona la pista principal. Al cabo de un rato llegamos a un río, el puente ha desaparecido y baja mucha agua. ¿Qué hacemos?, ¿nos metemos?. Por una vez somos prudentes, una caída con tanta agua puede ser el final del viaje así que damos la vuelta y seguimos por carretera. Llegamos a un bonito camino en medio de bosques, nos rodean altas montañas nevadas hasta que llegamos al famoso Circo de Jaffar. No nos defrauda, es precioso.

Paramos a hacer fotos y comentamos la jugada. Hay dos opciones, ir por la pista que hay por encima de la garganta y por donde pasan los 4×4 o meternos en la garganta. La segunda opción es la que nos gusta más pero al ser un río puede pasar de todo. Además nos queda poco tiempo de luz.

Ser prudentes dos veces en el mismo día ya sería demasiado, decidimos pasar por la garganta a pesar de que nuevamente los pastores locales intentan convencernos que es peligroso.

Seguimo el cauce de un río casi seco lleno de piedras, de repente una enorme pared parece que nos corta el paso, pero no es así, seguimos el agua del río y vemos que se abre una estrecha garganta por la que nos metemos.

Es alucinante, nunca habíamos pasado en moto por un sitio así. Nos miramos todos con cara de embobados, ¡que preciosidad!. El sitio parece sacado de una película de Indiana Jones.

Paramos a hacer fotos pero se nos hace de noche, una pena no poder estar más rato aquí.

El paso por la garganta se hace más complicado, ojala que tenga salida… vamos avanzando y cada vez es más ancha, parece que lo vamos a conseguir. De repente llegamos a subida imposible de piedra suelta. Casi es de noche.

Con la tralla que llevamos encima, las ruedas a las últimas y las motos cargadas tenemos todos los números de no poder subir pero no parece que haya alternativa. Una vez más le toca abrir camino a Albert, con sus patas largas y su KTM Superenduro. No le resulta fácil pero consigue subir. A partir de aquí, no sin esfuerzo conseguimos llegar arriba todos cuando ya anochece. Abrazos, foto de rigor, lo hemos vuelto a conseguir.

Llegamos al hotel de noche cerrada una vez más, por fuera no parece nada del otro mundo pero por dentro es como un cuento de las mil y una noches.

El comentario durante la cena es unánime, creíamos que la etapa de ayer era insuperable pero la verdad es que esta no le ha quedado atrás.

¡Misión cumplida!. Otra Transibérica al saco. Ahora ya a preparar la próxima…. A ver que se nos ocurre!

Un agradecimiento enorme a Rev’it, Motos Ausió, Yamalube, Galfer y Giant Loop que nos hayan apoyado una vez más. En los tiempos que corren es todo un privilegio contar con su ayuda para que podamos completar nuestra aventura.DSC_2475recorte (1024x414)

 

Transibérica 2013: Marruecos

 

Una nueva Transibérica completada. Desde que en 2007 iniciamos esta aventura, nuestra filosofía se mantiene invariable: rutas off road en maxi-trails y sin asistencia.

Después de haber cruzado España en todas las direcciones posibles, Portugal y el año pasado Cerdeña, este año nos decidimos por Marruecos, un país que siempre nos ha atraído y que una vez más no nos ha defraudado.

En esta edición hemos sido cinco los aventureros: Albert Fort, el único que ha estado en todas las Transibéricas; Enric Farré, otro de los veteranos y Joan Casals, David Serrano y Jaume von Arend, tres “novatos” que han estado en las tres últimas ediciones.

Las motos han sido tres BMW R1200 GS Adventure, una KTM 950 Superenduro y una Yamaha XT1200Z Super Ténéré.

Mucha gente nos pregunta porqué nos gusta tanto complicarnos la vida con este tipo de motos tan grandes y pesadas. La verdad es que son fantásticas para hacer cómodamente cientos de kilómetros por pistas y carreteras secundarias, para poder llevar el equipaje… pero reconozcámoslo, más que nada es por llevar la contraria a los que dicen que estas motos no son para eso y por el subidón que nos da conseguir pasar por sitios que parecían imposibles si no se va con una enduro.

La ruta escogida combinaba etapas que ya habíamos hecho con otras inéditas dibujadas sobre plano y que podían depararnos sorpresas. Desde Melilla, donde desembarcamos se dirigía hacia el sur hasta Tata, bordeando la frontera con Argelia y de allí ya rumbo norte por el Atlas. En total 3.100 km en los que encontraríamos de todo: barro, arena, piedras, agua y hasta nieve. En Marruecos no hay un hotel en cada esquina lo que nos obligó a diseñar etapas de más de 300km, esto ha significado pasar muchas horas encima de la moto, pero realmente ha valido la pena.

 

Dia 1: Melilla – Missour: 514km

 

En realidad el viaje empezó un día antes en Barcelona donde cargamos las motos en remolques hasta el puerto de Almería. De esta forma evitamos desgastar los neumáticos y el aburrido trayecto en moto por autopista.

Como casi siempre el ferry llega tarde a Melilla, al abrirse la compuerta ya estamos en primera fila para salir disparados hacia la frontera, es cuestión de llegar rápido para hacer la menor cola posible. Aún así, como siempre, empujones broncas y codazos para que te sellen el pasaporte y te den los papeles de entrada de las motos. Caos total… nada nuevo en este sentido.

Curiosamente el tiempo es más bien frío, con una fina lluvia que convierte la suciedad de la carretera en un barro resbaladizo que con los tacos nos obliga a ir con muchísimo cuidado. El caos circulatorio propio del país tampoco ayuda, hay que ir con todos los sentidos alerta. Paramos en un bar de Nador a desayunar, nuestro primer té a la menta y el excelente zumo de naranja típicos de Marruecos nos recuerdan que por fin se inicia nuestra aventura!!

El retraso del ferry, la aduana, la carretera resbaladiza… llevamos mucho retraso acumulado para hacer esta larguísima etapa. El tramo final es un infierno de piedras que ya conocemos y ninguno quiere pasarlo de noche, por tanto hay que recuperar tiempo. Llegan las primeras pistas, los neumáticos nuevos, el cuerpo aún sin cansancio, la excusa de que vamos tarde… todo invita a dar gas. Estas motos son ideales para este tipo de pistas y los kilómetros pasan volando… ¡genial!.

No paramos ni a comer, nos lo pasamos tan bien que no hace falta, unas barritas energéticas y listo. Estamos en el Plateau de Rekam una altiplanicie inmensa, plana, seca… bueno, normalmente seca hasta que llueve, y vaya si ha llovido!!.

De repente el suelo cambia de color, se vuelve oscuro, Enric y Joan con sus GSA van delante y vemos como sus motos empiezan a dar bandazos. Como si lo tuvieran ensayado se van al suelo al mismo tiempo, nos acercamos a ayudarlos y vemos porqué: Una capa de barro de un palmo hace que no nos aguantemos ni de pié, levantar sus motos es muy difícil ya que resbalamos constantemente. A partir de aquí nuestro avance es lentísimo, las ruedas delanteras se bloquean con esa especie de mantequilla marrón resbaladiza y pegajosa. Por suerte al cabo de unos kilómetros que no acaban nunca encontramos suelo seco. No queremos ni pensar en lo que debe ser esto un día de tormenta.

Hemos perdido muchísimo tiempo, llegamos cuando empieza a anochecer a Matarka, un pequeño pueblo en medio de la nada en el que recomponemos algún guardabarros que ha salido tocado por culpa del barro. A partir de aquí empieza el pedregal, se nos hará de noche seguro y con el barro nos hemos desgastado mucho. La decisión es unánime, nos quedan muchos días para disfrutar, no vale la pena arriesgar una caída de noche, así que retrocedemos hasta una carretera que nos llevará a Missour. Llegamos al hotel “Arácnido” de noche cerrada. Este será el peor hotel del viaje, ya podéis imaginar porqué le llamamos así… Al menos la cena es correcta.

 

Día 2: Missour – Merzouga. 370 Km

 

El despertador suena a las 7. Con las kilomentradas que nos pegamos hay que salir temprano y no parar a comer, por eso aprovechamos al máximo los desayunos y cenas ya que nuestros almuerzos en los próximos días van a ser barritas energéticas, la poca comida que nos hemos traído de casa y lo que podamos rapiñar de los bufets del desayuno. Vaya manera de hacer vacaciones…

Esta etapa es de las que apetece hacer con la fantástica llegada a Merzouga y las dunas del Erg Chebbi.

El día empieza fresco y nos vamos encontrando de todo, pistas rápidas, piedras en un puerto de montaña, arena… nos sentimos tan bien sobre las motos que empiezan los típicos “piques”, entre nosotros. En algunos de ellos rodamos a más de 130 km/h… hay que calmarse, una caída aquí y a esta velocidad puede ser muy seria, pero es que ¡estas pistas incitan al pecado y nuestras bestias piden guerra!. Realmente este es el hábitat natural de estas fantásticas motos, cómodas, con buena protección aerodinámica incluso conduciendo de pié, los kilómetros pasan sin darnos cuenta.

De repente empiezan algunos bancos de arena, aparecen cuando menos te lo esperas. Aún no le hemos cogido el tranquillo a la arena y ya hay las primeras caídas sin consecuencias. El problema es levantar estas motos de más de 250kgs con equipaje, lo mejor es hacerlo entre varios para evitar el cansancio.

Llegamos a un tramo precioso donde la pista se mete en un pequeño cañón laberíntico, al final para salir hay una fuerte y complicada subida pero llegar arriba tiene recompensa, la vista es increíble, llanuras sin fin. Parece imposible que podamos llegar donde abarca nuestra vista. Paramos a hacer fotos de estos paisajes inmensos, tan diferentes de donde vivimos.

En algunos momentos el GPS señala que estamos en Argelia, realmente pasamos muy cerca de la frontera así que llegamos a un control militar. Los tres de delante pasan sin pararse pero de la barraca de barro sale un militar corriendo que para a los dos de atrás. El enfado que lleva es monumental cuando ve el polvo de los que se le han colado. Nos pide sus nombres y le decimos que no los conocemos… espero que no se fije que vamos todos vestidos iguales con el traje de REV’IT… Su cabreo va en aumento mientras recita todo un repertorio de tacos en magrebí, tira la libreta por el suelo, está fuera de si… Según dice, el rey quiere saber los nombres de todos los que pasan. Parece que nos espera un tribunal militar… pero al final le calmamos y nos deja pasar.  Hasta el siguiente control donde uno de los de adelante atropella (sin consecuencias) al perro de otro militar que también nos pega la bronca del siglo a los de atrás!! Los pobres deben pasar tantas horas allí aburridos que esa debe ser su manera de pasar el tiempo… pero lo que está claro es que no hay que ir detrás de esos tres que la lían a cada momento.

Empieza la arena: oasis, ríos de arena… lo que en nuestros viajes anteriores con las enduros era un divertimento con las vacas y el cansancio del final del día es un suplicio… para algunos más que para otros ya que Enric y Joan vuelan por la arena. Es cuestión de técnica i GAS!!

Ya de noche llegamos al hotel de Merzouga, una ducha, una buena cena y como nuevos, o casi…

 

Día 3: Merzouga – M’Hamid. 310 Km

 

Desayunamos con las dunas del Erg Chebbi justo delante, el color de la arena al amanecer es precioso. Se escucha el ruido de motores de motos y quads que van hacia allí, ahora si que echamos de menos a nuestras ligeras enduros, ¡cómo nos divertiríamos por allí!. Nos consuela saber que esta etapa es preciosa, con dos puntos míticos: el temible Ramlia con su fes-fes y la preciosa llegada a M’Hamid a través de sus dunas rojizas.

Salimos en dirección a un lago cercano a las dunas de Merzouga donde hay flamencos de color rosa, preciosos. Lástima que el ruido de las motos los alerta y no nos da tiempo de hacerles fotos.

Pasamos rodenado las dunas del Erg Chebbi, que maravilla…En seguida empezamos con pistas muy rápidas. Llegamos a un lago seco enorme que invita a dar gas… el cuenta km llega a 140km/h… estamos locos. De repente empieza a aparecer de nuevo la arena… el temido Ramlia se acerca. El Ramlia es un río de arena rodeado de una zona de pequeñas dunas de arena muy fina y blanda donde se hunde la moto. Además si tienes la mala suerte de que hayan pasado coches y camiones se genera mucho fes-fes, un polvo finísimo que parece talco. No te deja ver nada y se mete por todos lados.

Llegamos a un pequeño pueblo que parece puesto expresamente antes de que empiece la arena, siempre paramos allí para tomar la Coca Cola de rigor antes de empezar el calvario (¿cómo es posible que haya Coca Cola en los lugares más remotos de Marruecos y además fresca?).

Saludamos a un grupo que va con motos de enduro super preparadas y que acaban de cruzar el Ramlia en dirección contraria. Nos miran con cara de compasión, ellos han sudado lo suyo con motos que pesan la mitad que las nuestras y sin equipaje… ¿No pensaréis cruzar con eso? nos dicen… Si, no es la primera vez que lo hacemos, les contestamos… sus caras lo dicen todo… David escucha preocupado, es su primer Ramlia y no le hace ninguna gracia lo que escucha. Al final cruzará como un campeón.

Tras engancharnos todos alguna vez con las consiguientes risas y fotos para que quede constancia,  conseguimos pasar. No creo que hayan muchos sonados que lo hagan con este tipo de motos… otra batallita para recordar tomándonos unas birras…

Lo que más fastidia es ver a los locales y sus Mobylettes volar sobre la arena, parece que se cachondeen de esos pardillos extranjeros que se quedan clavados a la más mínima!! Seguro que bajo el turbante se parten de risa…

Llegamos a Tagounite  y de repente todo es verde, los contrastes son brutales. Un tramo de carretera y llegaremos a las dunas rojizas de M’Hamid, un escenario mágico con la luz del atardecer. No es la primera vez que pasamos por allí pero no por eso dejan de impresionarnos este paisaje y esos colores.

Empieza la arena otra vez pero ya le hemos ido cogiendo el tranquillo, pasamos sin mayores problemas, incluso nos divertimos dando gas a tope en las dunas. El truco es ir con marchas largas a bajas revoluciones, la moto tracciona más. Culo para atrás y gas!!. El cerebro te dice que eso va a acabar mal, pero no hay que hacerle caso… GAS! La moto se menea, da bandazos y tu querrías cortar e incluso frenar … NO! : MAS GAS!! Pueden pasar dos cosas, o pasas o te la pegas, pero no hay alternativa, si no lo haces así te quedas clavado.

Al final llegamos al precioso hotel de M’Hamid, uno de los mejores. Que lástima que no tuviéramos más tiempo para disfrutarlo….

 

 

Día 4: M’Hamid-Tata. 315 km

 

Llenamos los depósitos ya que no podremos repostar hasta Tata. En M’Hamid no hay gasolinera, primer repostaje de garrafón.

Mientras llenamos aparece un hombre en 4×4 que nos dice que vamos a sufrir mucho con estas motos. Se ofrece (pagando, claro está) a llevarnos el equipaje y hacernos de asistencia ya que de lo contrario no pasaremos la arena… este tío no sabe con quién está hablando, ¡somos los Transibéricos!. Declinamos su oferta amablemente diciéndole que ya hemos pasado por allí antes y lo hemos conseguido … ¿Era una premonición?.

Entramos en las dunas y empiezan las enganchadas, uno tras otro vamos pillando, conseguimos avanzar pero nos estamos pegando una buena paliza de entrada, los depósitos a tope no ayudan. Jaume y su Super Teneré parece que le han cogido el truco a la arena, su sonrisa de oreja a oreja demuestra que se lo está pasando en grande hasta que no ve la raíz de un árbol que hay enterrada justo antes de subir una duna. En plena aceleración la rueda trasera la toca, desliza y hace que la moto se clave en la duna a bastante velocidad, él sale disparado y la moto cae hacia un lado. No ha pasado nada ya que la arena es blanda. Arranca de nuevo y se reúne con el resto del grupo que se cachondean de su vuelo sin motor… aquí nadie perdona nada!! Antes ha sido David el que ante los ojos alucinados del conductor de un 4×4 ha hecho un supermán con su GSA, Joan ha tunelado una duna y Enric ha hecho un geiser de arena. Mientras Albert con su KTM avanza lento pero seguro gracias a sus casi dos metros y sus piernas inacabables… ¡así cualquiera!

De repente la Yamaha empieza a sacar vapor. En la caída se ha estropeado el ventilador y no refrigera el agua. No hay nada que hacer, hay que buscar ayuda. Por suerte M’Hamid está cerca, hacia allí van Joan y Enric. Al poco rato aparecen en una pick up donde cargamos la Yam. Con cara de circunstancias, Jaume sube a ella mientras el resto continúa la ruta. Parece que el viaje ha acabado para él….

Mala suerte ya que faltaba bien poco para pasar las dunas pero mejor aquí que más adelante donde la pista circula en medio de la nada.

Al cabo de poco empieza un pedregal de los que sacan los empastes hasta llegar al Oasis Sagrado, última parada civilizada antes de cruzar el Erg Chegaga. Nos sorprende ver que el chiringuito está cerrado. Nuestra intención era cruzar las dunas y continuar por el sur del Erg pero con el retraso por culpa de la avería decidimos continuar por la pista del norte que es más rápida. Aún así hay que emplearse a fondo ya que nos quedan muchos kilómetros. Llegamos a una planicie inmensa: el lago Iriki, un lago normalmente seco pero que a veces ha jugado una mala pasada a los que lo han querido cruzar después de las lluvias. Puede ser una trampa de barro muy complicada, la superficie es tan lisa que permite velocidades de vértigo y al no haber referencias rodamos muy rápido sin danos cuenta.

Se hace de noche y tenemos que coger un último tramo de carretera antes de llegar a Tata. Llegamos al precioso hotel, una antigua casa muy bien restaurada. Al salir de las habitaciones para ir a cenar sucede lo que menos nos imaginábamos ¡acaba de llegar Jaume!. ¿Cómo lo ha conseguido?

En la pick up rumbo a M’Hamid, ha llamado al concesionario Yamaha en Vic, Ausió, que ha removido cielo y tierra para hacerle llegar un ventilador. Lo encuentra en Marrakesh pero hay que ir hasta allí y queda muy lejos. Mientras, el conductor de la pick up le ha llevado a un pequeño taller cerca de M’Hamid. Sin ninguna esperanza de solución le pregunta al mecánico que se puede hacer. El hombre desparece y vuelve con un ventilador viejo en la mano. Con una gran sonrisa dice que esto valdrá. Es de un ATV y increíblemente se adapta al soporte de la Yamaha. En menos de una hora están tomando un té de celebración con el mecánico, ¡podrá continuar el viaje!. Esto sólo pasa en Marruecos, aquí hay solución para todo.

Para llegar a Tata tomará una ruta alternativa más larga pero con bastante carretera. Aún así hay muchos tramos de pista llena de piedras. De repente tras varios llantazos en los que podría haber pinchado recuerda que no lleva desmontables de neumáticos. Para no ir tan cargados nos repartimos las herramientas y como que nadie pensó que podría continuar…. A partir de ese momento las piedras parecen hacerse mucho más grandes y afiladas pero por suerte sin mas problemas llega a Tata donde nos reunimos de nuevo. Abrazos, brindis y a cenar.

 

Día 5: Tata – Boumalne Dades. 475 km

 

Nos levantamos muy temprano. Vale la pena ver el amanecer desde la terraza del hotel. Poco a poco la luz del sol va iluminando el palmeral que se extiende más abajo. Es increíble el cambio que se produce entre la sequedad más absoluta y el verde intenso en el momento en que hay agua, el cauce del río es como una serpiente de color verde que se extiende más allá de donde alcanza nuestra vista. Ya hay gente trabajando en sus huertos cargando pequeños remolques que arrastran con sus Mobylettes que aquí sirven para todo.

La de hoy es la primera de las dos etapas del Atlas que no conocemos. Nuestro temor es que nos han dicho que la mayoría de pistas en la zona que queremos visitar están ya asfaltadas. Lo que es progreso para los marroquíes para nosotros es un desastre. Luego veremos que por suerte nuestro track de asfalto tiene bien poco…

Como cada día a las 8 en punto arrancamos. Salimos de Tata por carretera. El día es precioso, la temperatura ideal…

Por fin se acaba el asfalto y empezamos a subir. Las formas de las montañas son increíbles, pararíamos a cada momento para hacer fotos. De repente nos metemos en el cauce de un río, están construyendo una carretera, posiblemente cuando volvamos por aquí esta pista estará asfaltada pero de momento es preciosa, las paredes verticales que rodean la garganta son impresionantes.

Mas adelante empezamos a encontrar pequeños pueblos metidos en el cañón. Allí donde hay agua hay vida. Nos encontramos con una excavadora en medio de la pista, se aparta para dejarnos pasar pero nos encontramos con un montón de piedras enormes donde está trabajando, aquí no se molestan en dejar alternativas, si te gusta pasas y si no… también!!

Al acabar la zona de obras, tras una curva aparece un enorme palmeral en el cañón formado por el río. Las casas se encaraman por la ladera y la pista pasa justo por en medio del palmeral: estamos en Aguinane, una especie de Shangri-La marroquí, precioso.

Al salir, la pista se encarama por la montaña haciendo unas eses increíbles, la vista desde arriba es impresionante pero nos hace pensar en lo complicado que lo tienen aquí para desplazarse. Pronto tendrán una carretera pero de momento hacen falta varias horas de pistas de montaña para llegar hasta allí.

Al llegar arriba el panorama cambia completamente, pasamos del cañón del río a planicies de alta montaña, inmensas. En invierno debe hacer muchísimo frío, de hecho ha refrescado mucho…nos envuelve una niebla húmeda que no nos deja ver nada y empieza a llover. Por suerte nuestros trajes Defender Gore Tex de Rev’it, nos mantienen secos.

Llegamos a un pequeño pueblo donde acaba la pista. Hace frío y paramos a tomar un te. Enseguida somos el centro de atención. En el bar preguntamos como está la pista hasta Ouarzazate… nos dicen que ya no hay pista, la nieve y el agua se lo han llevado todo, hay que dar un buen rodeo y buscar la carretera… buf.. carretera… los Transibéricos no vamos por carretera… Decidimos continuar hacia arriba a pesar de los consejos. Se miran con cara de no entender nada y nos hacen un gesto con el dedo índice en la sien que es internacional… si, estamos un poco locos!

Tal como nos han dicho, al cabo de poco rato la pista desaparece en el cauce de un río. Vamos avanzando pero la pista está muy mal y nos obliga a ir despacio. El recorrido ha sido tan bonito que nos hemos regalado con paradas frecuentes para hacer fotos y vamos muy tarde, si seguimos a este ritmo se nos puede hacer de noche.

La pista sube sin parar y de repente nos encontramos con lo último que nos faltaba en este viaje: ¡nieve!. Ideal para hacer un poco más dramática la crónica y tener fotos espectaculares pero como siga así y se haga de noche la cosa no será divertida… pasamos un tramo, luego otro… no es que sean muy difíciles pero hay que evitar a toda costa una caída o una rotura a estas horas, no nos gustaría nada hacer esto de noche… además ya se nota el cansancio… como esto siga así vamos a pasarlo mal…

Nos vamos ayudando a pasar por el barro y la nieve que nos encontramos. El paisaje es espectacular, de alta montaña. Llegamos a 2500 metros, que lástima que hay niebla y la visibilidad es escasa. De repente el cielo se abre y vemos las cimas de las montañas, una maravilla.

Casi es de noche y nos falta muchísimo hasta el hotel, por suerte llegamos a la carretera justo a tiempo, nos abrigamos a tope (hace mucho frío) y avisamos al hotel que llegaremos tarde. No hay problema, nos esperan y nos darán de cenar… buena gente.

Llegamos a las 11 de la noche, exhaustos, pero ha valido la pena, probablemente es la etapa más bonita que hemos hecho nunca, el Atlas ha superado nuestras expectativas.

La última sorpresa es la habitación del hotel…. una acogedora cueva.

 

 

Día 6: Boumande Dades – Midelt. 310 km.

 

Nos levantamos sabiendo que esta va a ser nuestra última etapa de verdad. De Midelt a Melilla ya sólo nos espera una aburrida carretera , el ferry hasta Málaga, más carretera hasta Almería, cargar las motos en los remolques y a Barcelona en coche. Por tanto hay que aprovecharla!.

La etapa de hoy vuelve a ser larga, hay que ir ligeros, no nos gustaría perdernos las vistas del Circo de Jaffar, uno de los objetivos de esta etapa.

Salimos de Boumande Dades por carretera asfaltada. Poco a poco nos vamos metiendo en las gargantas del Dades. Las paredes verticales que nos rodean son imponentes. De repente la carretera describe unas eses imposibles y sube de golpe. Al llegar arriba tenemos que parar a hacer fotos, la vista es impresionante.

Seguimos por carretera, pararíamos a cada momento a hacer fotos: por encima el cielo azul sin una sola nube, más abajo el blanco de la nieve en las montañas, a los lados rocas con formas imposibles y debajo el verde intenso mostrando donde hay agua.

Al cabo de unos kilómetros empieza la pista que va subiendo sin parar, la nieve está cada vez más cerca, seguro que hace poco habría sido imposible pasar por aquí. Llegamos hasta los 3000 metros, de nuevo se impone parar a hacer fotos, las vistas son espectaculares.

La pista es rápida e invita a dar gas pero el paisaje es tan bonito que nos contenemos, intentamos memorizar todo lo que vemos, pocas veces se ve algo así. Rodamos por pistas de alta montaña sin ver a nadie, los espacios son inmensos pero por encima nuestro aún hay montañas más altas. En nuestro mundo occidental, civilizado y lleno de reglas, circular en moto por un sitio así ya es imposible.

Hasta ahora las pistas son las ideales para nuestras vacas, realmente son para disfrutar: anchas, rápidas, con algún paso esporádico divertido… con una enduro serían casi aburridas pero con las maxi trail van pasando los kilómetros sin darnos cuenta, sólo hay que disfrutar del placer de la conducción y del paisaje.

Llegamos a Imilchil justo a la hora de comer, hay muchos restaurantes que asan cordero en la calle, el olor es tentador pero sabemos que si paramos a comer seguramente nos perderemos el Circo de Jaffar, así que resistimos la tentación y nos limitamos a poner gasolina, tomar un te y acabar con las pocas provisiones que nos quedan…. luego veremos que habrá valido la pena.

Seguimos la ruta, el paisaje va cambiando y de repente llegamos al famoso bosque de cedros, llama la atención ver estos árboles aquí… Al llegar a un pueblo el track abandona la pista principal. Al cabo de un rato llegamos a un río, el puente ha desaparecido y baja mucha agua. ¿Qué hacemos?, ¿nos metemos?. Por una vez somos prudentes, una caída con tanta agua puede ser el final del viaje así que damos la vuelta y seguimos por carretera. Llegamos a un bonito camino en medio de bosques, nos rodean altas montañas nevadas hasta que llegamos al famoso Circo de Jaffar. No nos defrauda, es precioso.

Paramos a hacer fotos y comentamos la jugada. Hay dos opciones, ir por la pista que hay por encima de la garganta y por donde pasan los 4×4 o meternos en la garganta. La segunda opción es la que nos gusta más pero al ser un río puede pasar de todo. Además nos queda poco tiempo de luz.

Ser prudentes dos veces en el mismo día ya sería demasiado, decidimos pasar por la garganta a pesar de que nuevamente los pastores locales intentan convencernos que es peligroso.

Seguimo el cauce de un río casi seco lleno de piedras, de repente una enorme pared parece que nos corta el paso, pero no es así, seguimos el agua del río y vemos que se abre una estrecha garganta por la que nos metemos.

Es alucinante, nunca habíamos pasado en moto por un sitio así. Nos miramos todos con cara de embobados, ¡que preciosidad!. El sitio parece sacado de una película de Indiana Jones.

Paramos a hacer fotos pero se nos hace de noche, una pena no poder estar más rato aquí.

El paso por la garganta se hace más complicado, ojala que tenga salida… vamos avanzando y cada vez es más ancha, parece que lo vamos a conseguir. De repente llegamos a subida imposible de piedra suelta. Casi es de noche.

Con la tralla que llevamos encima, las ruedas a las últimas y las motos cargadas tenemos todos los números de no poder subir pero no parece que haya alternativa. Una vez más le toca abrir camino a Albert, con sus patas largas y su KTM Superenduro. No le resulta fácil pero consigue subir. A partir de aquí, no sin esfuerzo conseguimos llegar arriba todos cuando ya anochece. Abrazos, foto de rigor, lo hemos vuelto a conseguir.

Llegamos al hotel de noche cerrada una vez más, por fuera no parece nada del otro mundo pero por dentro es como un cuento de las mil y una noches.

El comentario durante la cena es unánime, creíamos que la etapa de ayer era insuperable pero la verdad es que esta no le ha quedado atrás.

 

¡Misión cumplida!. Otra Transibérica al saco. Ahora ya a preparar la próxima…. A ver que se nos ocurre!

 

Un agradecimiento enorme a Rev’it, Motos Ausió, Yamalube, Galfer y Giant Loop que nos hayan apoyado una vez más. En los tiempos que corren es todo un privilegio contar con su ayuda para que podamos completar nuestra aventura.