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Islas Chafarinas, España

He dormido como un tronco toda la noche, se agradece una cama tan cómoda después de tantos días de moto y camas “mediocres”, en el fondo soy un burgués. Sin embargo la cambiaría de inmediato por las estrellas y el silencio del desierto, espero volver a repetir esa experiencia pero en otra época del año que me permita disfrutarla más tiempo.

El desayuno en el bufet del hotel es aburrido, lo de siempre, pero aprovecho para comer bastante por si no tengo tiempo para comer como me ha pasado casi cada día desde que llegué a Marruecos, supongo que habré adelgazado unos kilitos. Aprovecho el primer wifi rápido que encuentro desde que llegué a Marruecos para poner al día el blog usando la tablet Xperia. La verdad es que me ha ido muy bien, es tan fina, ligera y resistente que es ideal para un viaje de este tipo.

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La gente del hotel es muy amable y me dejan invadir su consigna con mi equipaje, así que puedo ir a visitar la medina con todo bien guardado y vestido de calle.
Al salir del hotel no puedo evitar pararme a revisar la moto que está aparcada a la puerta, ¡que bien se ha portado!. Orgulloso, voy viendo cómo varias personas que entran en el hotel se la miran de arriba abajo.

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Entrada a la medina enfrente del hotel

Una de las entradas a la medina está justo enfrente del hotel, al principio no tiene mayor interés y empiezo a decepcionarme hasta que pregunto por el mercado. Sigo las indicaciones que me han dado y de repente empiezo a encontrarme tiendas de ropa, vestidos de mujer, hilos, telas, botones … una cantidad impresionante de productos se amontonan en pequeñas tiendas donde parece imposible que alguien pueda encontrar algo.

Del textil al metal, candelabros, lámparas, objetos de adorno… de repente zapatos, montones de tiendas de zapatos. Las callejuelas se van transformando por gremios, algo que antes pasaba en la mayoría de ciudades y que no sé por qué se ha perdido, es mucho más cómodo encontrar algo en concreto si todas las tiendas de ese producto están juntas.

Voy perdiéndome por las calles estrechas sin rumbo fijo, ensimismado por el bullicio de la gente, a veces me parece haber retrocedido en el tiempo: un carro ambulante de venta de pan e incluso un hombre con una báscula en el suelo, de esas que tenemos en nuestras casas. Me pregunta si quiero pesarme, lo hago y efectivamente compruebo que he perdido tres kilos… bah, ya los recuperaré al llegar a casa.

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Cada vez me cuesta más avanzar, hay muchísima gente en la calle y de repente llego al mercado de alimentos, ¡que espectáculo!. Los puestos también se agrupan por tipo de producto: las frutas y verduras por un lado, la carne por otro, el pescado… productos exóticos, otros chocantes y algunos que me dan pena, como unas pobres tortugas que pronto pasarán a mejor vida. Cabezas de camello, de cabra, restos de carne y vísceras por el suelo debajo de la mesa donde descuartizan animales se mezclan con olores intensos de miles de especias.

Me quedaría todo el día allí embobado de un lado al otro, compraría de todo, tan bien puesto está el producto, miles de dátiles de todos los tamaños, frutos secos, pan…. Es chocante la abundancia que se respira en comparación con la pobreza que he visto estos días.

Pero tengo un ferry que coger y por tanto hay que moverse. Vuelvo al hotel, me visto de romano, cargo el equipaje y salgo de la ciudad. La verdad es que he tenido mucha suerte con las cosas que he ido improvisando, por ejemplo Oujda. No tenía previsto visitarla ni pasar la noche pero realmente ha valido la pena.

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Salgo sobre la una de Oujda. Esta ciudad está en un fértil y amplio valle limítrofe con Argelia al este y una cadena montañosa al norte que la separa del Mediterráneo. Para llegar a Nador mi idea es seguir la N2 hacia el norte hacia Saidia y de allí ir bordeando el mar hasta Nador .

La N2 que pasa al lado del aeropuerto. Más allá se ven los pueblos en Argelia, paso muy cerca de la frontera, me gustaría poder cruzarla… A la izquierda se ven las montañas, la vista desde allí debe ser muy bonita ya que a un lado está el valle de Oujda y al otro el Mediterráneo. Paro y miro el mapa y el GPS. Se ve una carretera que las cruza en dirección a Berkane y de allí puedo ir a Nador así que decido improvisar. Empiezo a subir puertos. La vista es preciosa, mientras subo voy viendo el valle de Oujda hasta que paso al otro lado y de repente se abre ante mí el Mediterráneo. Tengo que parar a hacer fotos, la vista es una maravilla.

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Valle de Oujda

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Argelia

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Esta carreterita es preciosa, que suerte haberme decido a ir por ella pero de repente se acaba el asfalto y empieza una pista. Eso no estaba previsto. Me entran las dudas, se me está echando el tiempo encima, si sigo por la pista y se complica la cosa puedo perder el ferry, aún estoy muy lejos de Nador.

Decido dar la vuelta en busca de una carretera que veo en el GPS pero tras un par de kilómetros hay algo que me hace volver en busca de la pista. Si hasta ahora todo el viaje ha ido tan bien ¿por qué va a ser diferente ahora?, ¿no será que Marruecos me quiere hacer un último regalo?. Llego de nuevo a la pista que al cabo de poco se convierte en un camino bastante malo en algunos puntos pero me da igual, a medida que voy avanzando la vista con el mar enfrente es impagable. Intento olvidar que tengo que coger un ferry que no me esperará y concentrarme en lo que veo, disfrutar de esos últimos kilómetros de pista sin asfaltar. No me he equivocado, la pista me lleva en la buena dirección hasta Berkane. Realmente ha valido la pena hacer caso del instinto.

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Al fondo el Mediterráneo

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Durante toda la bajada tuve el mar enfrente

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De Berkane sigo hacia la playa de Saidia y de allí bordeando el mar a Ras Kebdana. Las playas son muy bonitas y sin nadie en ellas. En Ras Kebdana voy hasta un faro que queda justo enfrente de las islas Chafarinas unas pequeñas islas españolas donde sólo tienen acceso los militares. Tras la foto de rigor sigo hacia Nador.

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Playa de Ras el Kebdana con las Chafarinas al fondo

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Islas Chafarinas

La carretera va bordeando el mar y cuando llego a Nador ya es de noche. Llego a la aduana bastante temprano y me paro al lado de unos 4×4. Son un grupo de españoles muy simpáticos, me alegra poder hablar de nuevo en español y pasamos el rato explicando nuestras aventuras.

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Esto se acaba. A punto de embarcar

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Muy sonriente sin saber la noche que me esperaba…

Al rato embarcamos. Ellos tienen camarote pero yo no pude encontrar y duermo en butaca, por suerte se apiadan de mí y me dejan cambiarme la ropa de moto por ropa de calle y dejar equipaje en uno de sus camarotes.

El ferry es lo más tercermundista que eh visto en mi vida, la gente se pone a dormir tirada por los pasillos de cualquier manera, en las butacas del bar, en cualquier rincón encuentras a alguien durmiendo. Me siento en una de las butacas a intentar dormir pero entre los ronquidos y los olores se me hace imposible… suerte que dormí bien en Oujda!!. A final encuentro un pasillo escondido y tranquilo y me hecho en unas butacas estrechas e incomodísimas donde sólo quepo de lado pero es lo mejor que puedo conseguir.

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Esta fue mi cama

Tras una noche muy larga llegamos a Almería. Desembarco aún de noche y me paro a tomar un café. Aprovecho para enviar un mensaje a Juan Pedro. Tiene una Super Ténéré y está pasando unos días de vacaciones en casa de su hermana en Albánchez. La carretera de Almería hasta allí es preciosa, con un montón de curvas pero me pregunto si no me estoy complicando la vida con la de kilómetros que me quedan hasta casa. Aún así tengo que parar a hacer una foto del amanecer.

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Amanecer en Almería

Juan Pedro me viene a recibir con Vadym un amigo suyo que tiene una 660 y quería ver mi famosa Ténéré. Me acompañan a desayunar en casa de su hermana, sincronizamos nuestros intercomunicadores Cardo y salimos a buscar la autopista. Vadym nos acompaña hasta Huércal-Overa donde cogemos la autopista que no dejaremos hasta Barcelona.
El viento es terrible, entre eso , el cansancio por no haber dormido y lo aburrido que es la autopista, el viaje habría sido horroroso de no ser por Juan Pedro y los Cardo. Vamos hablando entre nosotros durante todo el camino y así pasan los mil kilómetros de forma más llevadera.

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Juan Pedro (en el centro) y Vadym

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Con Vadym, un gigante que lleva la 660 como si fuera una enduro

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Que delgadita se ve la 660 al lado de su hermana mayor…

Me sorprende lo cómoda que es la 660, el asiento Kahedo hace maravillas y con el desarrollo de serie voy manteniendo los 130, 140 sin problemas así que sobre las 9 de la noche llego por fin a casa. Mañana es fiesta y podré descansar y deshacer el equipaje.

Una vez más Marruecos no me ha decepcionado, de hecho esta vez lo he podido conocer mucho más que las anteriores y creo que me ha gustado aún más. Viajando solo me he abierto a la gente y ellos hacia mí lo que me ha permitido una serie de vivencias que nunca olvidaré. Por otra parte he superado un reto personal. Hacía tiempo que quería hacer un viaje de este tipo en solitario y me ha encantado. Seguro que volveré a intentarlo pero también me ha hecho admirar aún más a esos aventureros que se van a países desconocidos durante meses o incluso años. No sé si sería capaz de eso. Por un lado tanto tiempo si ver a mi familia, por otro mi inexperiencia en temas médicos y mecánicos, los trámites burocráticos, las aduanas…

De momento a disfrutar de esos recuerdos e ir madurando cual será mi próximo destino.

Hasta pronto!

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